Siempre he sido fanático de la cocina. Por alguna razón cada vez que voy a comer a algún restaurante siempre le pongo mucha atención en cómo hacen la comida, en las cosas que probablemente para ellos es normal pero hay muchas cosas que si se combinan pueden hacer la diferencia. Pero sin duda lo que me da mas curiosidad es fijarme mucho en la clase de cuchillos que usan, probablemente es una particularidad mía el fanatismo que le tengo a los buenos cuchillos de cocina. Hoy fui a un restaurante después de mucho tiempo, la cuarentena me ha apartado de una de las cosas que más amo en la vida, pero al fin, volví.
Uno de mis restaurantes favoritos llamado Hikari, como lo dice su nombre, es comida Japonesa, específicamente sushi y sus variables. Estando ahí, me acordé de mi infancia, ¿Como? Vi al Chef haciendo los rollos que más me gusta, los rollos “dragon” y cortando el rollo pude darme cuenta de el cuchillo que traía, como cortaba el sushi como si fuera papel, recordé cuando tenía 17 años y mi papa me regalo de cumpleaños el mismo cuchillo, lo tenía guardado ya que no quería que se gastara, para mi eso más que un cuchillo era una muestra de amor de mi papa. En ese momento me pregunte ¿Porque lo sigo teniendo guardado? ¿Por qué no uso algo que amo para hacer algo que amo? La comida fue tan rica como la primera vez que fui, la atención fue perfecta, realmente la gastronomía es un arte, es una gran oportunidad de ver lo que el chef nos quiere transmitir, más que con palabras, la comida es perfecta para transmitir sentimientos. Ese cuchillo significa más de lo que la gente se pueda imaginar, para mi es uno de los mejores regalos que la vida me pudo dar, no por lo que es, ni por lo que vale, si no, porque la persona que me lo dio, me lo dio con todo el cariño del mundo, y porque sabía que solo usaría cuando fuera el momento perfecto.
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